Ixbalanqué: ¿Dios o Diosa?

Solapas principales

Tanto en las traducciones de Recinos como Tedlock y Sam Colop se asume que los hijos de Ixquic son ambos masculinos, pues tal es la tradición iconográfica de los "dos muchachos" o "héroes gemélos".

Sin embargo Dora Luz Cobián, apoyada por el estudio de Rafael Girard, asevera que Ixbalanqué es un personaje femenino, que se puede asociar con la luna. Sobre esto la estudiosa dice que, “Girard la asocia con la luna nueva. La interpretación de Girard tiene más sentido—según nuestro criterio—porque, aunque cuando balanqué significa 'tigre', el prefijo Ix es connotación de género femenino o diminutivo; por lo tanto sería acertado interpretar el nombre de Ixbalanqué como 'tigresa'. Su papel es de 'salir de noche y cuidar el sembrado', y en ese sentido es similar al tigre cuya actividad se realiza una vez que llega la noche” (Luz Cobián 1995: 79).

Para seguir en este orden de ideas y la ambivalencia y complejidad a partir de los prefijos, en su estudio de los determinantes rígidos en la lengua maya Itzaj Ximena Lois ofrece la siguiente explicación: “Among Mayanists, these elements are usually called 'gender prefixes' (masculine and feminine respectively) or 'agentive prefixes'. Marking 'gender', aj/ix are found preceding personal names in Itzaj, e.g. aj-Jwan ‘John’ ix-Mariiyaj, ‘Mary’. As 'agentive' markers, aj/ix occur in the NOMEN ACTORIS such as aj-ka’an-s-aj ‘teacher’ , ix-k’ay ‘female singer’, where they may also convey gender” (1998: 224-225).

Más adelante la autora explica los señalados "gender prefixes" -aj e -ix como determinantes rígidos. A la misma vez sus usos son variables, lo cual complica la resolución del problema planteado arriba. Por ejemplo, ix funciona en diversos momentos y contextos como un marcador relativo para los nombres de las constelaciones, los nombres de sustancias, y para sustantivos modificados (1998: 225-226).

Posteriormente Lois también habla de la división sexual del trabajo y las herramientas masculinas y las herramientas femeninas, así es que observa “aj is attached to tools related to agriculture and woodcraft, whereas ix is attached to tools related to household and village activities, including fishing, the maintenance of utensils, and maintenance of the home fires” (1998: 244). Cabe notar que hay ciertos espacios en los que la división del trabajo está marcada por el sexo y por lo tanto se puede hacer una lectura de roles de género para entender mejor las normas culturales en la sociedad maya. No obstante, estas divisiones pertenecen al mundo maya y dependen de sus propias matizaciones de género; los paradigmas occidentales no necesariamente corresponden con los sistemas de género de las comunidades indígenas.

Amber O’Connor ofrece otra explicación sobre la división laboral de géneros y los espacios privados y públicos de las mujeres en el mundo maya de Yucatán. En su artículo la autora explica que,

According to Visser (1991), the 'place' of the woman’s work defines her participation in society, work within the home implying a retreat from the public realm of man. I do not believe the Maya women with whom I worked see this as a retreat so much as a realm of their duty, separate, but of equal importance to that of Maya men. Their home is where women maintain their relationships with gods by performing their rituals, just as men perform theirs in their place of labor, the fields outside of the village. I do however, support Visser’s claim that the 'place' of work is important in defining one’s role in society. Specifically, with the Maya of the Yucatan, the realm in which one’s labor is performed identifies their gender (Burns 1983, Hendon 2002, Robin 2006). Not only does the space in which labor is performed identify gender in Maya foodways, but the type of cooking methods and the cooking vessels used do as well. Joyce et al. (1993: 261) observes the ceramic dishes and cloth bundles held by women in monumental art represented an 'end point of sequences of production which transformed raw materials into culturally defined forms.' She goes on to state that men’s work provides 'raw' materials whereas women’s work transforms these materials into culturally viable objects (ibid.) (2010: 493)

Un referencia textual a esta división laboral en el Popol Wuj se nota cuando la abuela de Junajpu e Xbalanke/Ixbalanqué manda a Ixquic a conseguir una red de maíz y ésta, preocupada y temerosa, invoca a las diosas del maíz “Ixtoh, Ixcanil, Ixcacau” (Recinos 2012: 63) para que le ayuden y es así como logra cumplir con el mandado de la abuela. Sin embargo, en páginas posteriores los nietos, Hunahpú e Ixbalanqué asumen su rol de trabajo en la milpa. “Vamos a sembrar la milpa, abuela y madre nuestra, dijeron. No os aflijáis; aquí estamos nosotros, vuestros nietos, nosotros los que estamos en lugar de nuestros hermanos, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué. En seguida tomaron sus hachas, sus piochas y sus azadas de palo y se fueron, llevando cada uno su cerbatana al hombro. Al salir de su casa, salir de su casa le encargaron a su abuela que les llevara su comida” (Recinos 2012: 70). Se añade aquí otra dimensión o capa a la ya complicada identidad de Ixbalanqué, con lo cual se puede concluir que su identidad no queda del todo clara y por lo tanto no se puede decir si es una figura masculina o femenina ya que por un lado su nombre lo marca como una figura femenina (como se explica en la sección temática del nombre en este proyecto) pero sus acciones se alinean más bien a la identidad masculina de los dioses.